Verano de 2016: Oxidado

Oxidado, ante el tiempo que nunca se detiene, en el horizonte, eterno ante el cambio del tiempo, así me encuentro, como aquel barco encallado en el horizonte en la desembocadura del río Guadalquivir.

Cientos de veranos paso en estas aguas, voy como un peregrino a un lugar sagrado, en busca de algo que solo llego a creer que existe en estas costas. Me paro, me detengo, dejo el bullicio de lo humano, me mimetizo con el lugar y siento; siento como el mar se enfurece contra la costa los días de mal tiempo, siento la calma de los días de verano con el sol lamiendo la arena, siento el fluir constante del agua.

Es insólito, pero encallar en estas tierras no ha sido tan malo, he llegado a conocerme a mí mismo más de lo que habría imaginado, no soy un barco navegante como los demás, yo observo, pienso y medito con el sonido del mar en calma y la luz centelleante de las estrellas sobre mí, y me considero afortunado.

Yo no estoy preso de nadie, ni de ningún lugar, solo me he quedado aquí observando, a aquel barquito en el horizonte, sonriendo, disfrutando de la brisa del mar y de sus encantos, sintiéndome cómplice de un infinito de cambios.


Comentarios