Aquí nos sentamos, el uno en frente del otro, y nos miramos. Tú sin apenas forma, siendo una figura de humo, con la cuenca de los ojos vacíos. ¿Cuántos días nos habremos sentado ya juntos? El uno frente al otro, mirándonos constantemente. ¿Cuántas veces me habré perdido en tu vacío? ¿Cuántas veces habré hasta olvidado mi nombre y quién soy solo por ti? ¿Cómo puedes hacer tanto daño habiéndome dado tanto por tu parte?
Siento el frío, veo la sala vacía, veo la nada que nos rodea, te veo a ti. Siento la silla en la que estoy sentado y siento tu mirar sobre el mío. Tú que me conoces tan bien y yo que te conozco en tantas formas, ¿cómo has podido cambiar tantas veces? ¿cómo has podido cambiar tantas veces de rostro? ¿Cómo puedes ser tanto y a la vez tantas cosas?
Tu presencia abruma, tu mirada ciega, tu sonido inexistente vacía y ensorda mis oídos de cualquier estímulo. Haces que no exista nada más más allá de ti, lo envuelves todo como el agua del mar cuando rompe sobre la costa en forma de ola. Tienes la pausa y la calma en el día a día, pero eres tormenta en los tiempos más aciagos. Destruyes todo a tu paso y nos dejas desnudos a todos, sin nada, pobres ante el abismo de la existencia, con el único deseo de saltar y perderse. Pero tú mismo eres pérdida, tú mismo eres todo el dolor y toda la gloria de muchos. En tu justa medida eres agua que quita la sed, en exceso eres veneno que devasta todo lo que toca.
Ver tu sonrisa es el inicio de una pesadilla, porque cuando sonríes todo se nubla y transforma, y uno pierde el sentido de realidad o sueño, uno pierde la noche y el día, la misma energía que te mueve se convierte en fuego que te quema por dentro. Y al final, tu sonrisa roba mi sonrisa y me dejas sin nada. Destruyes mi fuerza, destruyes mi esencia, me agotas, y, cuanto más te miro, más me veo a mí mismo, porque más me robas. Me convierto en polvo ante ti, mientras tú me miras con mi forma, con mi rostro, con mis ojos vacíos porque ahora son tuyos, con mi sonrisa marchita, y yo te veo, pero yo sé como te llamas,… te llamas: Soledad.
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