Nuevo mundo

Capítulo 1



Capítulo 2:

Lis se despertó con el sonido del despertador, no era como el de su antigua casa, bueno, habitación. Este solo dejaba de sonar si te levantabas de la cama. Lis se estiró todo lo que pudo, estaba muy relajada desde que vivía allí, una semanas y ya se sentía bastante integrada, al menos en su casa. Se desnudó por completo dejando su camisón de seda en el cesto de la ropa sucia, pulsó el botón que hacía que la ropa de dentro fuera a la lavandería, se metió en la ducha, activó la música, y a cantar.

La vida allí era muy cómoda, no había cortinas, las ventanas se volvían opacas, translúcidas o transparentes, y solo había que pedirlo, a veces ni eso, la casa aprendía de ti. La ducha sabía la temperatura exacta a la que te gustaba ducharte y si el día era más cálido o más frío se adaptaba. Casi nada necesitaba más que un comando verbal, aunque todo contaba con pantallas táctiles por si preferías usarlas. Lis activó el secado y una agradable brisa generada por la ducha la secaba, sin necesidad de usar toallas, al finalizar la ducha aparecía una pantalla explicando la eficiencia de su baño. Existían estrictas leyes sobre el uso de los recursos de modo que se prohibía el despilfarro llegando a ser castigado, si es que te dejaban llegar a gastar más de la cuenta. Ella aún no había activado ninguna alarma de uso en exceso, las máquinas siempre la obligaban a terminar antes con el consumo.

Lis se puso una bata y salió al salón, su cómodo sofá, su gran televisión que parecía un cuadro gigante, su estatua de una mujer sensual, sus vistas hacia el mar, y su máquina favorita de la casa: la cocinera. 

La cocinera era una máquina que daba todos los alimentos que se le pidieran, a simple vista era un recuadro de la pared, tras puertas con pantallas y un pomo, como un microondas pero más grande. Te acercabas, pedías un menú, lo podías ver en la pantalla, y una de las puertas se abría y te lo daba recién hecho en unos cinco minutos. Como el sistema domótico de la casa ya la conocía sabía que desayunaba por costumbre y nada más acercarse Lis una de las puertas se abrió con una bandeja preparada con mucho gusto con su vaso con leche con miel, cereales, café, y una fruta, ese día tocaba mango.

Lis le echaba el café a los cereales y se los tomaba, la cocinera te dejaba pedir todo lo que quisiera pero lo hacía en base a unas regularizaciones sanitaria, de modo que las comidas que pidieras debían ser saludables, no se podían pedir todo dulces, de hecho Lis solo podía pedir dos dulces a la semana. Se había puesto a hacer ejercicio en la máquina de correr que había en la terraza porque así podía pedir un dulce más a la semana según la cocinera. Allí todo estaba controlado en base a tener una salud estupenda. Caf le explicó que para ellos era normal porque habían vivido así desde pequeños, que todos hacían ejercicio y comían lo indicado. Pero claro ella comía en su mundo en base a lo que hubiese, y en el nuevo mundo había de todo, y Lis quería probarlo todo, sobre todo los dulces.

Un mensaje de Caf apareció en la gran pantalla del salón, normalmente disimulada con paisajes. En cuanto Lis miró a la pantalla comenzó a reproducirse. Casi todos los mensajes era videos, muy pocas veces eran solo audio.

En el mensaje Caf le explicara que se vistiera elegante, que iban a ir a una audiencia con el Congreso de Investigación y Desarrollo. El nuevo mundo contaba con congresos para todo, todos independientes, trabajando sin descanso, y coordinados por el Gran Congreso, del cual Yley era presidenta. El Gran Congreso no tenía mucho poder sobre los demás congresos, solo velaba por el cumplimiento de la constitución y vigilaba que los congresos desarrollaran sus actividades sin conflictos entre ellos.

Todos los habitantes eran funcionarios del estado, no existía la actividad privada, de hecho no existía la propiedad privada como tal, al menos en lo material, sí se consideraba privada la información de los individuos, de modo que los llamados bancos de datos estaban de lo más protegidos. Caf le explicó que el sistema político social y económico que tenían parecía uno anterior llamado comunismo, pero que no era igual, ellos llamaban a su sistema político social y económico el sistema colmena. La gloria de la nación, de la especie, residía en vivir y actuar como colmena, con la correspondiente distribución de las tareas, cada uno desempeñaba una función desde pequeño.

El aerocoche los recogió en la misma plataforma que siempre. Todos los días Lis asistía a una audiencia, a una conferencia, a una entrevista, a una pruebas, iba variando. Esa era la primera vez que se iba a reunir con la cúpula del Congreso de Investigación y Desarrollo, por lo visto estaban muy ocupados como para atenderla, tenían la tasa de demora más alta de todo el sistema, una semana para una cita. La sociedad primaba la eficacia, para ellos esperar no era signo de eficacia, las tasas de demora eran muy importantes, estándares de calidad, sin embargo se les perdonaba mucho a ese congreso que tardaran tanto, era de los más ocupados. Según Caf el 53% del gasto de la nación era en ese congreso. Al fin y al cabo llevaban proyectos como el de La Aldea, y Lis no podía ni imaginarse cuantos más llevaba.

El edificio central del congreso se encontraba en medio de un desierto cálido, Lis miraba por la ventana del aerocoche, nunca había visto tanta arena junta, de hecho nunca había visto ese tipo de arena. Caf le explicó que el edificio central se encontraba allí porque precisaba de mucha energía que obtenía de numerosas centrales eléctricas por todo el desierto. Lis intentaba entenderlo todo a la primera, pero la idea de que el sol diera electricidad le costaba. Las instalaciones del edificio central eran inmensas, el vehículo tenía que sortear varios edificios y bastantes vehículos para avanzar, en ningún momento se paró pero Lis sentía que estaba en una marabunta de vehículos voladores de toda clase.

Estuvieron como una hora avanzando por el laberinto hasta que llegaron a la sala de las audiencias, una sala flotante, aislada por un escudo, todo en pos de la protección de lo que se hablara dentro. Lis ya había aprendido que las personas importantes tenían tres asistentes, uno de ellos robot, o androide como le decía Caf. Lis por su parte tenía a Caf, y con él se sentía bastante asistida, no entendía para qué querían tantos. Por otro lado había una protección desmesurada, en todas partes había seguridad, y sin embargo parecía tan innecesaria. Caf le argumentaba siempre que esa percepción de no necesitarla era fruto de esa seguridad, pero claro, ella venía de un lugar donde no había nada parecido, aunque una vez sí lo necesitaron.

La sala era un círculo completo para cien diputados del propio congreso, tres diputados del Gran Congreso, detrás de las filas de esos estrados se encontraba un pequeño espacio reservado para que los asistentes se quedaran de pie, independientemente de lo que duraran las reuniones. Lis tuvo que sentarse en centro, en una silla, ni siquiera tenía una mesa delante como los diputados, no podía protegerse de sus miradas, y todos la verían, en cada estrado la imagen de su cara aparecería para que todos la vieran de cerca en directo, ella vería a los que le hablaran en la gran pantalla. Caf se quedaba tras ella, de pie.

El presidente del Congreso dio inicio a la audiencia. Una a una Lis comenzó a responder a las preguntas que le formulaban por turnos los distintos diputados con sus togas rojas y sus sombreros redondos parecidos a los kipas. Lis se había decantado por elegir del catálogo un traje de color turquesa y un collar de brillantes.

Todo parecía ir bien hasta que dejó de irlo. Una diputada  de unos cuarenta años comenzó a hablarle.

  • Señorita Lis, díganos ¿por qué deberíamos seguir con el proyecto? ¿No cree que sería mejor que termináramos la  investigación en base a la falta de resultados? Estamos gastando recursos inútilmente según las estadísticas al continuar con esos programas.

Lis se quedó perpleja, en blanco, la diputada hablaba de cancelar el proyecto, por tanto dejar La Aldea sin nada, ¿qué iban a hacer? ¿matarlos a todos?

  • Desconozco esas estadísticas la verdad, pero yo creo que ya que han invertido en algo no pueden desistir, necesitan entender que pasó en el pasado, y esta es una forma de hacerlo. Si cancelan el programa cierran una puerta hacia la verdad. -dijo Lis tratando de mirar a los ojos a los diputados más cercanos.
  • Puede ser, pero ya hay otros estudios sobre el pasado, el pasado real, no una recreación que en muchos casos no son ni similares a las formas de vidas anteriores. -replicó la diputada.
  • Pero este estudio puede decir mucho más de lo que creéis, podéis ver como son las personas, eso sirve para el presente, para entendernos mejor a nosotros mismos. -dijo Lis sonriendo.
  • Eso no es cierto, los de tu programa no sois seres humanos como nosotros, nosotros somos concebidos por Genoma, ustedes habéis sido concebidos sin ningún diseño específico. -dijo la diputada.
  • Señores diputados, el espécimen Lis aún no puede entender esa apreciación. -cortó la presidenta Yley- Aún no ha descubierto como funciona nuestro sistema, ella es una humana natural, no modificada en absoluto, no concebida para ningún plan, no puede argumentar en contra de eso, porque no lo conoce.

La presidenta continuó hablando largo y tendido, ya no le volvieron a preguntar nada a Lis, ni siquiera le dejaron turno de palabra, ni cuando lo pidió. Se quedó allí sentada mientras todos hablaban, siendo insignificante, una mota de polvo, la habían llamado espécimen, pero no solo eso, ella como individuo no contaba. No existía ahí, como cuando ella no mira la gran pantalla de su salón mientras ella le muestra una imagen preciosa de un sitio que no conoce. No era nadie, y para aquellas personas no era nada, ni ella ni los demás miembros de su mundo, o programa, como ellos los llamaban.

Ya era de noche cuando se montaron en el aerocoche, les quedaba una hora para llegar a casa cuando Lis se atrevió a preguntarle a Caf.

  • Caf, ¿qué es todo eso de humanos modificados?
  • Verá señorita Lis, aquí no nacemos de forma natural, como usted, somos diseñados genéticamente en las sedes de Genoma, donde ya en nuestro ADN se nos atribuyen las características necesarias para la función que desempeñaremos en edad adulta, ¿recuerda que era el ADN?
  • Sí, lo recuerdo, leo todos los días los documentos que me mandas, no había nada de eso que llamáis Genoma.
  • Genoma es la gran institución de procreación y preservación de la especie, tras la Gran Guerra había muy poca población por lo que se idearon unos tanques capaces de hacer de útero y llegar a desarrollar perfectamente vida humana. Luego por otro lado se manipula el ADN de todos antes del desarrollo, e incluso durante el desarrollo también se hacen intervenciones. Gracias a todo Genoma, que nació como un proyecto, en pocos años se consiguió sacar del peligro de extinción a nuestra especie.
  • Entonces... ¿no tenéis madre? -preguntó Lis muy extrañada.
  • No, nuestras investigaciones concluyeron que no era positivo para la funcionalidad del individuo tener madre. Por un lado es una pérdida de recursos el que una mujer se quede embarazada, es mucho más eficiente y económico que se haga en Genoma, y por otro lado la crianza de Genoma es la más sana y eficaz, además de que es igual para todos, variando en el desarrollo de habilidades. Por ejemplo, según tu mapa genético serías buena en programación informática, pero como no lo sabías nunca has aprendido nada en absoluto de ello, desperdiciando tus potenciales habilidades. Esto antes de la Gran Guerra pasaba mucho, el talento se desperdiciaba, ahora todo se aprovecha, de ahí que hayamos avanzado más en estos años que en siglos antes de la Gran Guerra.
  • Entonces ¿sois humanos? os crean máquinas... . -dijo Lis asustada.
  • Genoma es dirigido por personas, y el material genético es extraído a diario de la población, yo esta noche tengo que ir a entregar mi aportación semanal. Tú de momento no estás dentro del programa de recogida de gametos porque eres una humana no modificada.
  • Es decir, tenéis padres pero no los conocéis... .  
  • Sí y no, los gametos son seleccionados y modificados si se precisan, algunos combinados para dar lugar a una mejor serie. -Caf suspiró pensando en cómo explicárselo- No entiendo la necesidad de conocer a los progenitores, ya sabes que aquí no existe eso que llamas amistad, tampoco familia, familia y amigos somos todos. Genoma nos convierte en hermandad, en colmena.
  • ¿Una mejor serie? -preguntó Lis extrañada. 
  •  Creo que es suficiente información por hoy, ya te iré contando más sobre ese asunto.
El aerocoche aterrizó en ese mismo momento. Ambos salieron y no se dijeron mucho, Lis sabía que una vez que Caf no quería contar más no lo hacía, pero la visión de aquella humanidad tan controlada le había puesto los bellos de punta.

A la mañana siguiente se despertó por el sonido del despertador, como de costumbre, pero esa vez lo dejó sonando, estaba despierta pero no quería despertarse. Nunca se había planteado ser madre, pensaba que era muy joven para ello, pero es que ahora no tenía ni esa posibilidad, en ese mundo la maternidad había sido suprimida. Lis pensó que en Genoma debía de haber personas que cuidaran a los niños, no estarían solos educados por una pantalla y una voz en off en todo momento.

Caf entró en su habitación algo preocupado, la alarma dejó de sonar, Lis le miró extrañada, sentía violada su intimidad.
  • ¿Caf? ¿Qué haces aquí? No te he dejado entrar. -dijo Lis sentándose en la cama. 
  •  Me ha avisado tu sistema domótico de que no te levantabas, he acudido para ver si estabas bien. -dijo Caf intentando disculparse.
  • ¿Y mi sistema domótico no te ha dicho que estoy viva? Lo tiene que saber, digo yo. -dijo Lis agarrando una almohada entre sus brazos frustrada. 
  •  Sí, me informó de ello, pero tu bienestar es muy importante para mí, por eso he entrado. -dijo Caf.
  • ¿Y mi casa te deja entrar así de fácil? 
  •  Sí es por tu salud tu asistente puede entrar. Me preocupa que tu adaptación no sea del todo buena, y según tu ficha médica tus niveles de neurotransmisores no son los de una persona feliz.
  • ¡Vaya! ¿Si estoy un poco triste vas a entrar así porque sí? ¿Sin permiso? -preguntó Lis riendo, le costaba creerlo.
  • Tus niveles están por debajo de los parámetros recomendables. -se defendió.
  • Eres un genio, yo no soy una modificada de esas, quizás por eso no sea la más feliz de vuestro mundo, pero si por esta pequeña bajona me vais a considerar deprimida no quiero saber lo que acabaréis pensando de mí. -Lis se paró un momento- ¿Pensabas que me iba a suicidar? 
  •  Existe esa posibilidad según el equipo de psicólogos, por eso puedo entrar en tu casa, si no me sería imposible.
  • Caf, siéntate en la cama conmigo -Caf frunció el ceño y obedeció-, vi a mis padres muertos cuando era pequeña, no me suicidé, no lo voy a hacer fácilmente, y menos porque seáis unos raros.-un silencio se formó un instante mientras Lis pensaba- Oye, ¿eres capaz de entender que me dé pena la muerte de mis padres?
  • Sí, la muerte de cualquier ser humano es una pena, además eran tus progenitores, debías estar muy apegada a ellos. -contestó Caf.
  • No lo entiendes, no es así, mucha más gente murió, a algunos los conocía también, sin embargo sus caras no las olvidaré, sus cadáveres, los de mis padres, los demás sí los he llegado a olvidar. -contestó Lis mirándole a los ojos.
  • Claro, por el apego, ya lo he dicho. -dijo Caf.
  • No sé si es por el apego como tú dices, pero estoy segura de que no es tan racional como tú dices. Los sentimientos no tienen forma exacta, no se pueden racionalizar, me cuesta explicártelo la verdad. Dime ¿no echas de menos a quienes te cuidaron en Genoma?
  • No entiendo tu argumento, tampoco entiendo tu pregunta, nunca he tenido un cuidador como tal, un responsable del tanque quizás.
  • ¿Un responsable del tanque? No entiendo, tienes que tener un cuidador, alguien os enseñaría a hablar, leer, escribir, esas cosas.
  • Es que todavía no te lo he explicado, nosotros estamos hasta los once años de desarrollo en el tanque, un dispositivo donde nos crean desde cero, como un útero, y en él aprendemos mediante la conexión a la fuente. Creo haber leído en tus informes que ustedes aprendéis con clases, nosotros no, es muy primitivo y no siempre es satisfactorio, nosotros descubrimos como implantar conocimientos en las mentes.
  • ¿Cómo? -dijo Lis arqueando una ceja y abriendo la boca- ¿Estáis once años en un tanque de esos? ¿No tenéis infancia?
  • Puede que para alguien con tu visión del mundo sea algo muy importante pero para nosotros no lo es, ya estaba muy mermada antes de la Gran Guerra, la infancia no era compatible con la adultez, los niños no podían jugar, y pasaban su infancia jugando con consolas. La mejora ha sido considerable. Cuando naces sabes hablar y todo lo que tienes que saber al respecto de tu función y el mundo, también te puedes mover perfectamente por la estimulación motriz dentro del tanque, y tu sistema inmune ha sido reforzado durante años por el tanque con distintos tratamientos. Es perfecto. -dijo Caf.
  • No, no lo es, perdéis once años de vuestra vida, no jugáis, no disfrutáis de nada, no sabéis que es sentir la emoción de... no sé, perderte en el bosque. -dijo Lis estupefacta.
  • ¿Y eso para qué sirve? No me quiero perder, dudo que nadie quiera. -contestó Caf realmente sin comprender nada.
Lis agachó la cabeza y dejó de mirar a Caf, realmente venía de un mundo completamente distinto, podía ver sus rodillas llenas de cicatrices porque el pijama era corto, y no veía nada malo, veía el recuerdo de una niña que jugaba por el bosque incansable, con vida, sus cicatrices y sus imperfecciones eran sus tesoros, sus recuerdos en la piel.

Caf se quedó esperando una respuesta pero Lis se levantó y se metió en la ducha, él no iba a entrar allí y la casa cerró la puerta del baño para que él no entrara sin que ella preguntara. Lis se desnudó y se miró al espejo, no estaba muy delgada, pero tampoco gorda, tenía curvitas, pero no muchas, no iba a ser buena madre por eso según las de La Aldea, Lis siempre pensó que era porque apenas tenía pecho, no iba a poder amamantar bien a sus hijos, si es que algún día quería. Se rió, no entendía cómo le estaba dando vueltas a lo de la maternidad si ella no quería ser madre, pero claro, le daba vueltas porque estaba intentando aceptar que en ese mundo había sido eliminada. Lis se llevó las manos al pelo, sus pequeños rizos pelirrojos, siempre había sido de las más pelirrojas de La Aldea, no había muchos la verdad, no había visto ninguno en el nuevo mundo. Sus ojos azules no eran tan bonitos como el mar, pero a ella le encantaban, eran sus ojos, los de su madre, unos caucásicos ojos azules. Su piel blanca llena de pecas como su padre, y su sonrisa contagiosa de su abuela, los hoyuelos de su abuelo. Lis se abrazó a sí misma, ellos no lo podían entender, pero si una familia era buena, podía ser muy buena, y eso era algo que merecía la pena.

Sin pensarlo mucho se metió en la ducha y pidió música, ella no iba a convertirse en uno de ellos, iba a adaptarse lo posible pero sin perderse a sí misma, al fin y al cabo tuvo que darle mil vueltas para llegar a conseguir que la casa reprodujera música. No existía la opción realmente, ella simplemente pedía una demostración a la Gran enciclopedia de un tipo de música de una fecha concreta, y a partir de ahí iba descubriendo qué cantantes y estilos había. En La Aldea la gente tocaba instrumentos y se cantaba mucho, era algo que unía, y aunque Lis no era buena cantando sí que era buena escuchando.

La vida en el nuevo mundo podía ser perfecta, habían pensado en todo, menos en vivir, o eso pensaba Lis, porque para ellos esa sí era una vida decente. Cuando salió de la ducha se vistió, ropa cómoda, una falda, cosa que nunca se ponía en La Aldea. Caf le había preparado el desayuno y la esperaba en el salón mientras veía las noticas. Existían pocos calanes, pero siempre había varios de noticias veinticuatro horas, cada canal de un planeta habitado. Lis se tomó su café, adoraba aquella bebida amarga, por alguna razón se sentía con fuerzas cuando lo bebía, lo cual solo podía hacerlo por la mañana por motivos de salud, según la cocinadora, nadie podía beber café más allá de medio día.

Caf se disculpó por si la había ofendido, no lo pretendía, Lis lo sabía, lo cierto es que era de los pocos que la trataban como una persona, estaría haciendo su trabajo pero lo hacía de verdad, había buenas intenciones. Lis sonrió y aceptó sus disculpas, pensaba que explicarle por qué no era necesario que se disculpara iba a ser más difícil. Según Caf era el día libre de ella, así que podía hacer lo que quisiera, pero claro, era la primera vez que ella tenía un día libre, entonces le preguntó qué solía hacer él en sus días libres y Caf le dijo que leer. Lis ya leía el resto de los días, no quería leer su día de descanso. Terminó su desayuno, se lavó los dientes y le dijo a Caf que le acompañara. Caf simplemente obedeció.

El complejo residencial en el que vivían era uno antiguo, no se notaba, todo estaba en perfecto estado, ella lo sabía porque se lo había dicho Caf, al parecer las nuevas residencias no contaban con espacios para comprar en el círculo central, eso era parte de las antiguas porque los sistemas de transportes no eran tan eficientes, ahora solo había que pedir algo y te lo mandaban al momento. Que su complejo residencial fuese antiguo también se notaba por el número de habitantes, la ocupación del complejo era solo del cincuenta por ciento, se suponía que una mayor ocupación no era eficiente en ese complejo, así no tenían que abrir las tiendas. Caf le explicó que con el tiempo lo destruirían, en el nuevo mundo no eran nostálgicos, la Gran Guerra acabó con los restos de muchas civilizaciones y lo poco que quedó fue destruido por ellos, para dar paso a la naturaleza y a las edificaciones estrictamente necesarias.

El nuevo mundo se creó tras una devastación, con la especie humana al borde de la extinción, con niveles de contaminación desmesurados. La nueva civilización que nació no se podía permitir lujos, por ello la nostalgia no tenía cabida, la vida humana y la recuperación del planeta eran lo prioritario. Lis cada vez lo entendía más, pero no podía evitar preguntarse si por el camino se habían perdido a ellos mismos. Estaba caminando por uno de los parques del círculo interno, uno de los pocos con luz natural, de los más altos, un hermoso jardín con césped, flores, algunos árboles y un lago. Lis se maravillaba de que algo así estuviese ahí en medio, parecía tan natural, y era tan artificial.
  • ¿Sabes? Esta noche he soñado con La Aldea. -dijo Lis sentándose en el cesped, Caf la imitó.
  • ¿Qué has soñado? -preguntó Caf curioso.
  • Soñé que era pequeña, que estaba con mis padres, que nunca habían muerto. Supongo que ha sido por todo lo que hablamos sobre ellos. -Lis terminó por tumbarse y cerrar los ojos. 
  •  ¿Vas a dormir?
  • No, solo disfruto. -dijo Lis relajada. 
  •  ¿Disfrutas así? -preguntó Caf.
  • Sí, pruébalo, cierra los ojos, escucha esos pájaros, el agua, el aire, siente como fluye todo.
Caf le hizo caso, parte de su trabajo era entenderla, comprenderla, debía escribir en sus informes todo, experimentar las experiencias que ella le proponía le ayudaba mucho.

Largo y tendido se quedaron con los ojos cerrados escuchando, tranquilos.

Cuando se levantaron estaba anocheciendo y Lis sonriendo le dijo que la acompañase, salió corriendo sin dar explicaciones. Caf que siempre vestía con una especie de traje de chaqueta salió corriendo tras ella como pudo. La playa era el objetivo, una aeronave los condujo, por fin estaba a ras del suelo, Lis llevaba como una semana en edificios altos, sin pisar nunca un suelo real, y ahora se había quitado las bambas y estaba corriendo por la arena descalza. Jamás había estado en la playa, y ahora estaba en una, llevaba queriendo hacer eso desde que había llegado pero siempre estaban muy ocupados. No podía estar más contenta, invitó a Caf a hacer lo mismo, este a regañadientes aceptó, cuando quisieron darse cuenta estaban bañándose en el agua de la playa. Lis había dudado en si era buena idea o no, pero supo que había hecho bien cuando había visto a Caf reírse con las olas.

Subieron a la casa por la noche, después de ver durante un rato las estrellas, tenían bastante hambre, no habían comido nada en todo el día. Al llegar a su casa Lis vio varios avisos en la gran pantalla de su salón. El sistema sanitario le avisaba de que había detectado un periodo de ayuna prolongado y de que había estado expuesta a altos niveles de contaminación. Lis fue a la ducha tal y como se le indicaba, toda la casa tenía una luz rojiza parpadeante y una voz que le iba indicando que debía ir a la ducha para ducharse. Un programa especial de baño se activó, Lis recibió un baño parecido a los que había recibido cuando los uniformados se la llevaron. Tuvo que cerrar los ojos con miedo, la presión del agua era muy fuerte. Tras eso fue a una pared del pasillo que se abrió, era algo llamado botiquín, allí es donde ella tenía que poner la mano en un círculo para sacarse sangre cada tres días, ese día no le tocaba sin embargo tuvo que sacarse sangre, se le administró un medicamento raro en una inyección y se tomó dos pastillas. Todo por orden de esa voz que le hablaba de un exceso de radiación adquirida en la playa. Una vez hecho todo la luz roja desapareció y apareció un video en el que una mujer explicaba que las playas eran radiactivas y que no habían conseguido acabar con la radiación aún, que no podían acercarse al agua. Lis miró por su balcón incrédula, ella no había notado nada, pero supuso que ellos tenían razón, no lo hacían todo mal al fin y al cabo.

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